domingo, 13 de enero de 2019

La Divina

El panteón mayor de cantantes femeninas de jazz está integrado por un trío indiscutible: Ella Fitzgerald, Billie Holiday y Sarah Vaughan. No creo equivocarme si digo que la crítica "seria" sugiere que de ellas tres fue Billie Holiday la que alcanzó mayor altura artística y vista la proliferación de homenajes a su figura (uno de los últimos, el de Cassandra Wilson "Coming Forth by Day", lo recomiendo fuertemente) entiendo que entre los músicos de jazz también prima la misma idea. Sin desmerecer ni por un minuto la figura de Holiday, y con todo respeto, quiero decir que yo me quedo con "La Divina" (sobrenombre que aparentemente deriva del aplicado a la famosa actriz de teatro Sarah Bernhardt) Sarah Vaughan. De todos modos, por suerte podemos escucharlas a ambas, a Ella, y a todos los músicos que se nos venga en gana porque esto no es "chicken or pasta". Así que, aunque no compartan mi preferencia, igual los invito a incursionar en el territorio musical de "La Divina" o "Sassy" como también se la conocía.
Cierto es que Vaughan grabó mucho material cuya principal motivación era la monetaria. Pero sus grabaciones más valiosas muestran a una cantante y una artista excepcional, alguien que, como se dice por allí, podía hacer lo que quería con la voz. Y tanto o más importante: no estaba todo el tiempo mostrando que podía hacer lo que quería con la voz. Sumemos atributos: registro amplísimo, dominio absoluto del tempo, una voz caudalosa, afinación perfecta, virtuosismo en el scat, manejo de diversas texturas vocales ... qué más? Y todo esto aplicado, al menos en las grabaciones que van a escuchar acá (si siguen mi consejo) a entregar versiones personalísimas de temas usualmente muy transitados, y en los que es difícil hallar interpretaciones que dejen una marca.
La columna principal de esta entrada es el vinilo que grabó en vivo en 1957 en un club de Chicago, Mister Kelly's, el cual lleva el sorprendente título de "Sarah Vaughan at Mister Kelly's". Ese vinilo originalmente tenía 9 pistas, que son las que abajo van a encontrar para vuestro disfrute. Luego se hizo una edición en CD donde se agregaron, como es usual en estos casos, canciones que habían quedado afuera del original. Por la misma época Vaughan grabó otro disco en vivo en otro club de Chicago, The London House (el título es un poco más creativo, "After Hours at the London House"), y yo ahora aprovecho la oportunidad, como se suele decir, para agregar también algunas tomas de ese vinilo. Y aunque saltamos en el tiempo un poco, no puedo dejar de incluir unos temas que siempre que puedo vuelvo a escuchar, provenientes de una grabación del '63 en Copenhague ("Sassy Swings the Tivoli"), producida por Quincy Jones, con trío formado por Kirk Stuart en piano, Charles Williams en bajo y George Hughes en batería.
En Mister Kelly's, en tanto, Vaughan canta acompañada por un trío espectacular formado por Jimmy Jones en piano, Richard Davis en bajo y el gran Roy Haynes en batería. La misma base rítmica (con Ronell Bright en reemplazo de Jimmy Jones en piano) aparece en la grabación en el London House, más el agregado de una sección de vientos que incluye estrellas como Thad Jones en trompeta y Frank Wess en saxo. De nuevo en mi humilde opinión, es acá cuando Vaughan muestra su mejor cara, lejos de las grabaciones con grandes orquestas en donde lo que escuchamos se aleja del jazz y se acerca a un sonido "crowd pleaser" que deja poco lugar para la creatividad y la improvisación.
El material incluye varios standards icónicos ("Stairway to the stars", "Just one of those things" -en dos versiones bastante distintas-, "How high the moon", "All of you", "Sometimes I'm happy", "Detour ahead", "Willow weep for me", "Lover man") y otros menos conocidos, pero todas las versiones son impecables y muestran la mencionada variedad de recursos de Vaughan, tanto en las baladas como en los temas más ligeritos.
Luego de calentar motores con "September in the rain" (lo fácil que parece cantar cuando escuchamos esto), la versión de "Willow weep for me" (un lindísimo tema), deriva, tras el solo de piano de Jones, en un desajuste en la reentrada de Vaughan que genera las risas de la audiencia y la capacidad de improvisar alguna letra alusiva por parte de la cantante, que no se apichona por cierto con el despiste y anticipa que esa es la toma que van a usar en el disco. Con "Just one of those things" la sesión se pone un poco más caliente y la escuchamos a Vaughan cantar con bastante libertad sobre la base rítmica, moldeando la melodía a placer (algo que le salía tremendamente bien por cierto). Con "Be anything ..." retorna el clima de balada, con un notable uso del vibrato de la voz, sin exagerar pero generando la carga emotiva necesaria para una canción como esa. Me gusta mucho en particular escucharla tararear la melodía con una sensualidad contenida, gran versión. Luego del leve swing de "Thou Swell", "Stairway to the Stars" vuelve a evidenciar la capacidad de Vaughan de apropiarse de las melodías y reinventarlas, para hacerlas sonar como si la escucháramos por primera vez. En "Honeysuckle Rose" regresa el swing y se lucen las acrobacias de Vaughan que van y vienen por el pentagrama con precisión quirúrgica. El final del "At Mister Kelly's" trae otra balada, "Just a Gigolo" y luego una versión juguetona de "High the moon", tanto por el arreglo como porque dice (no sabemos si es verdad o una excusa para hacer una broma) que se olvidó de la letra, lo cual le permite improvisar y arrancar con el scat a gusto.
De la grabación en el London House van tres temas. "All of you", en una versión con un swing exquisito y una interpretación aventurera de Vaughan que muestra, de nuevo, su capacidad de apropiarse y transformar las melodías a placer. Luego vienen la clásica "Detour Ahead", con su clima de noir, acentuado por la suntuosidad de la voz de Vaughan y una saltarina "Like someone in love".
Finalmente, del vinilo grabado en Copenhague propongo la preciosa balada "I'll be seing you", para enamorarse definitivamente  de la voz de Vaughan (que alcanza tonos operísticos en algún momento), "Sassy's Blues", una master class de scat, el swing apabullante de "Sometimes I'm Happy" y una versión acelerada de "Just one of those things" (la carrera entre Vaughan y la base rítmica parece de Formula 1, como se puede cantar así??). Y un final de contrastes, el romanticismo blusero de "Lover Man", con la voz de Vaughan derritiendo los parlantes, y la locura de "What is this thing called love", para probar una vez más que "La Divina" hacía lo que quería, lo que quería, con la voz.
En fin, que si escuchan el archivo de audio abajo de este post van a comprobar que el adjetivo "Divina" no era para nada exagerado. Cuando quería, la rompía, la gastaba y la dejaba así de chiquita. Y también van los links a los 3 discos enteros en Spotify para darse panzada. Disfruten!
Para bajar el post pinchen acá. Para escuchar los discos enteros en Spotify entren aquí, aquí y también aquí ... Y basta de palabras!

Sarah Vaughan, "At Mister Kellys" y bonus tracks

1. September in the Rain
2. Willow Weep for me
3. Just One of Those Things
4. Be Anything but Darling be Mine
5. Thou Swell
6. Stairway to the Stars
7. Honeysuckle Rose
8. Just a Gigolo
9. How High the Moon
10. All of you
11. Detour Ahead
12. Like Someone in Love
13. I'll be Seing You
14. Sassy's Blues
15. Sometimes I'm Happy
16. Just One of Those Things
17. Lover Man
18. What is this Thing Called Love

lunes, 31 de diciembre de 2018

Los viajes del krautrock

Hacia fines de los '60 emergió en Alemania un movimiento musical que fue conocido como "krautrock". Bajo este flexible paraguas encontramos  grupos muy diversos, desde la electrónica de Kraftwerk y Tangerine Dream (con aproximaciones distintas entre sí a la vez), el proto ambient de Cluster, la avanzada místico-étnica de Popol Vuh y el pulso más rocker de Amon Duul II, hasta el avant-garde psicodélico de la banda que nos ocupa hoy, Can, la más interesante de todo el krautrock a mi juicio (y el roster es mucho más vasto, incluyendo Ash Ra Temple, Faust, Neu! y varios etc.). A pesar de su heterogeneidad toda esta gente estaba movida por un espíritu de innovación y experimentación, en una época en donde ese mismo espíritu había echado raíces en EEUU y en Gran Bretaña, tanto en el mundo del rock como del jazz -ayer luego de escuchar por enésima vez el disco que les propongo hoy puse "On the Corner" (1972) de Miles Davis y no pude dejar de asombrarme por la continuidad natural que había entre ambas grabaciones más allá de las obvias distancias entre los géneros (la experimentación asaltó otras músicas del mundo por aquellos años claro está; pensemos sin salir de casa en la proyección folklórica argentina por ejemplo o en lo que músicos como Mosalini, Mederos o Rovira estaban haciendo con el tango).
Pero es evidente que también hay algo específicamente alemán, reflejo de una movida cultural más amplia que hizo que Berlín (lugar que condensaba todos los temores apocalípticos de la Guerra Fría y caldo de cultivo de una rica contracultura por esa época) fuera un faro para aquellos que buscaban nuevas inspiraciones artísticas (no por nada Bowie se fue a grabar allí su famosa trilogía Low-Heroes-Lodger, aunque en realidad Lodger fue grabado en Suiza y NY, pero esa es otra historia). Una figura central en esa trilogía, Brian Eno, colaboró activamente con el dúo Cluster por aquellos años y reclutó al baterista de Can, Jaki Liebezeit, para su tremendo disco "Before and After the Science", del cual ya hablé en este post. Pensemos que por la misma época emergieron notables cineastas alemanes como Fassbinder, Wenders, Schlondorff, Von Trotta o Herzog (varias películas suyas llevan banda de sonido de Popol Vuh, incluyendo íconos como Nosferatu o Aguirre). En fin, que el disco que les quiero postear hoy es como diríamos un "emergente" de un caldo muy amplio, y su enorme virtud es justamente la de chupar de distintas fuentes (música culta, jazz, rock, funk, etc.) y generar algo totalmente nuevo, que sigue inspirando a muchos artistas aun hoy (solo para dar un ejemplo, Radiohead).
Can se formó en 1968 en base a un cuarteto clásico (bajo-batería-guitarra-teclados). Holger Czukay, el bajista, era el cerebro de la banda de algún modo, ya que era el encargado de editar intensamente los vinilos mezclando las tomas convencionales con grabaciones que hacía (a veces secretamente) de improvisaciones o ensayos de sus colegas y adicionando todo tipo de sonidos (de cintas o aleatorios, como los que producen perros o niños que pasan por ahí), lo cual hace que en ciertos momentos el grupo se aproxime a la música concreta. Can se completaba con Irmin Schmidt en teclados (de cuya cortesía gozamos tanto de climas ominosos o etéreos según el caso, como de toda clase de sonidos extraños provenientes de diversos aparatos), Michael Karoli en guitarra y violín (quien aportaba el toque más rockero) y Jaki Liebezeit (el pilar del sonido de la banda, al menos en este disco) en batería. Para darse una idea de que aquí no hablamos de la típica banda de rock, vale comentar que tanto Czukay como Schmidt habían estudiado con Stockhausen (nada menos!), mientras que Liebezeit venía del free jazz.
Tuvieron distintos vocalistas, pero el que apareció en los tres discos que usualmente se consideran como los más valiosos ((Tago Mago, 1971; Ege Bamyasi, 1972; Future Days, 1973) fue el japonés Damo Suzuki. Digo vocalista y nunca mejor empleado el término porque Suzuki cantaba, oraba, aullaba, hablaba, en fin que sus intervenciones con la voz tenían un amplio rango, y si bien eran en general en inglés también podían incluir el japonés, el alemán y expresiones en lenguas indescifrables. En cualquier caso no hay que buscar ningún sentido en lo que canta Suzuki, lo importante es como su voz se integra al sonido de sus compañeros como un instrumento más, a veces acercándose a la melodía y otras a la pura cacofonía.
Resulta muy difícil elegir un disco de esa trilogía, pero personalmente me quedo con el doble Tago Mago (nombre tomado de un islote cerca de Ibiza), un disco realmente revolucionario (es de 1971 puta madre!) por su sonido, la forma en que se integran los instrumentos, la voz y las "intervenciones" de Czukay y la estructura (o falta de) de los temas. Se trata de un verdadero viaje, que tal vez mejore (o como mínimo cambie) con algún hongo o ácido, pero que por sí solo ya te lleva, si lo escuchas atento y no mirando el celular, a estados de conciencia diferentes. 
Las cuatro primera canciones pertenecen al primer disco y son las más "convencionales" (todo es relativo como ya sabemos), mientras que las restantes tres (del segundo vinilo) son más experimentales y en ocasiones directamente anárquicas. La experiencia bien vale la pena, y en particular si lo escuchan en un buen equipo, no solo por los múltiples detalles de sonido, sino también porque las voces y los instrumentos van viajando de un canal a otro, ayudando a crear una atmósfera alucinatoria. Las "letras" van en la misma dirección, y usualmente son más bien cánticos o mantras, como por ejemplo este:
"When I saw mushroom head
When I saw mushroom head
When I saw mushroom head
I was born and I was dead"
Las tres primeras pistas ("Paperhouse", "Mushroom" y "Oh Yeah") están enganchadas y la cuarta ("Halleluhwah") es una larguísima jam de 18 minutos y en mi opinión el punto más alto del disco, un tema que podía durar otros 18 minutos y seguiría siendo fascinante, gracias a su groove que anticipa el sonido trance. Todo este bloque (pero en especial Halleluhwah), está sostenido en la batería maniática de Liebezeit, que parece que fuera una máquina en lugar de un humano. Arriba del groove de su batería puede sonar literalmente cualquier cosa, desde riffs ácidos hasta cánticos tibetanos. Para ser claros: si piensan en organizar una fiesta retro psicodélica, estos cuatro temas son el soundtrack ideal. Combo funk-electrónica-jazz-avant garde-rock ácido imbatible.
El segundo disco, como dije, es un poco diferente. La también larguísima "Augmg" arranca como si fuera la música de una película de sci fi de los 60 con monstruos horribles de planetas lejanos y no para de generar ansiedad en el oyente hasta que desemboca en unos tambores tribales que introducen, luego de un largo rato, un poco de ritmo en esta pista enigmática.
Luego sigue "Peking O", que está en un plano similar en cuanto a intensidad de la experimentación, pero con mayor presencia de la base rítmica, arriba de la cual se mueven tanto algunas intervenciones casi atonales de la guitarra, el piano o el violín, como la voz de Suzuki repitiendo hipnóticamente frases oscuras. En algún momento la cosa va en plan Carl Stalling (el tipo detrás de la música frenética de los dibujitos de la Warner) y hacia el final se torna más polentosa con los tambores de Liebezeit. El cierre "Bring me coffee or tea" es el típico tema que pasan en una fiesta cuando todos están dados vuelta, un cierre onírico para un disco magnífico.
En Tago Mago, más allá de que en algunas pistas hay algo parecido a una melodía, o prevalecen estructuras rítmicas definidas, lo que vale es el trabajo con el sonido, con su intensidad y con el tiempo. La experiencia del oyente puede ser agradable o desorientadora, pero nunca deja de ser intrigante y con cada escucha se descubren nuevas cosas (it grows on you como se suele decir).
¿Qué más puedo decirles? Si no lo hicieron hasta ahora, ¡Escuchen este disco o sufrirán condena eterna! Para bajarlo pinchen acá. Para escucharlo en Spotify acá. Y buen 2019!

Can Tago Mago
1. Paperhouse
2. Mushroom
3. Oh Yeah
4. Halleluhwah
5. Augmg
6. Peking O
7. Bring me Coffee or Tea

sábado, 23 de diciembre de 2017

Clásicos del niño maravilla

Debo confesar que cuando comencé a escuchar música obsesivamente en mi adolescencia, si me preguntabas por Stevie Wonder (AKA Stevland Hardaway Judkins) no te iba a responder con elogios: para mí (en mi ignorancia y mi prejuicio) era música disco. Cuando crecí la cosa fue aun peor, porque aparecía en horrendas producciones musicales con fines benéficos o largaba hits de pop complaciente. Pero el tiempo pasa, y además de ponernos viejos, nos pone en disposición de aprender, y con el tiempo aprendí que estaba muy equivocado. Si bien todavía me rehúso a escuchar "That's what friends are for" o "Ebony and Ivory" (ay Paul, que fallido vos también!), desde hace tiempo he comprendido  (todo llega) que Stevie Wonder hizo música tremendamente buena, en especial en los '70s. Y el disco que les propongo, "Songs in the Key of Life", no solo es tremendamente bueno, sino que, milagro, fue el más exitoso de su carrera (para que vean que la gente no quiere comer mierda, come mierda cuando lo único que le dan es eso).
El disco fue lanzado en 1976 y en su versión original salió como doble más un EP con 4 canciones (21 en total, para entretenerse). Stevie toca de todo, teclados diversos, batería, percusión, armónica, y por supuesto canta (en más de un tema el único músico acreditado es él). Aparecen aquí y allá nenes de pecho como Herbie Hancock o George Benson, pero Wikipedia nos dice que ¡130! personas trabajaron en el album. Y se nota. Esto no fue producto de la improvisación, o la buena suerte, sino que culminó todo un laburo (compositivo, de arreglos y  de producción) hecho entre 1972 y 1976, lo que se llama "el período clásico" de Wonder, iniciado con otro discazo, Talking Book. 4 discos que ningún amante de la música puede perderse. No sé si este es el mejor de esa serie, pero tiene tantos temas buenos que me dio muchas ganas de recordarlo, en especial porque si te pones melanco en las fiestas lo mejor es poner buena música, y en lo posible que no te lleve a pegarte un tiro.
No voy a comentar los 21 temas, me concentro en los que me gustan más. Y el que más me gusta es "As", un midtempo que empieza con una melodía pegadiza, un groove impecable y el teclado sutil de Herbie, pero luego se convierte en una especie de zapada gospel con una dinámica de llamado-respuesta entre el coro y la voz de Stevie -que se pone más negra que nunca-, mientras Hancock mete un swing notable y todo va ascendiendo. Una bomba.
Después me cuesta elegir, todo el disco es bueno!. "Isn't She Lovely" (escrita para su hija Aisha) es seguramente el tema más conocido del disco y es inoxidable, si estás triste la pones y se te pasa todo. "Another Star" va con ritmo latino, unos caños brillantes, arreglos suntuosos y todo el mundo sale a bailar. "If it's magic" es una preciosa balada, con una letra super romántica, y hasta le perdonamos el arpa. En "Sir Duke" Stevie homenajea no solo a Ellington, sino en general al jazz de la época dorada, que también combinaba musicalidad y popularidad. "Pastime Paradise" con su riff obsesivo está adelante de su tiempo, rap y hip hop avant la lettre, la podrían haber escrito hoy. "Village Ghetto Land" contrasta entre el sintetizador que imita unas cuerdas clásicas y la letra irónica que describe las miserias de la vida en el ghetto. "Love's in need of love today" es soul clásico, todo buen gusto. "Have a Talk with God" es otra de mis preferidas, mucho funk, igual que en "I Wish", dos temazos. Finalmente, "Knocks me off my feet" es elegante y nostálgica. En fin, de vuelta, más allá de estos destaques, lo ponen de principio a fin y quedan como nuevos.
Así que ya saben, en Nochebuena o Año Nuevo, a escuchar Songs in the Key of Life, para empezar 2018 a pleno vapor! Para bajarlo pinchen acá. Para escucharlo en Spotify acá
Enjoy!

Stevie Wonder, Songs in the Key of Life,

1. Love's in Need of Love Today
2. Have a Talk with God
3. Village Ghetto Land
4. Contusion
5. Sir Duke
6. I Wish
7. Knocks Me Off My Feet
8. Pastime Paradise
9. Summer Soft
10. Ordinary Pain
11. Isn't She Lovely
12. Joy Inside My Tears
13. Black Man
14. Ngiculela - Es Una Historia - I Am Singing
15. If It's Magic
16.  As
17. Another Star
18. Saturn
19. Ebony Eyes
20. All Day Sucker
21. Easy Goin' Evening






Epica Siglo XXI

Ponele que viene un día alguien y te dice, "hay un vinilo buenísimo, es un disco debut, un saxofonista (ojo que ya tiene 34, no es un pibe), se llama The Epic, es TRIPLE, viene con orquesta y muchos coros, mensajes políticos, casi todos los temas son propios, pero también hacen Cherokee ... ah, me olvidaba, tiene una versión del Clair de Lune de Debussy". Cual es la respuesta??? NO GRACIAS. Pero la vida te da sorpresas, y cuando te pones a escuchar ese disco, decís SI GRACIAS. 
¿Quien es Kamasi Washington? Hasta que sacó este vinilo, en 2015, había editado por su cuenta 3 placas y había tocado en discos de otra gente, incluyendo estrellas del hip hop (y aledaños) más experimental, como Kendrick Lamar, Flying Lotus o Run the Jewels. La formación, además de Kamasi, incluye dos bajistas, dos bateros (pero la música no se parece al doble  cuarteto de Ornette Coleman, no teman quienes huyen del free jazz), pianista, trombón, trompeta, teclados, percusión y dos vocalistas. Más, como dije, un coro y orquesta de cuerdas en varios tracks donde se arma una especie de "pared de sonido" (Spector meets jazz).
Para empezar a caracterizar de qué va la cosa, tiremos un primer nombre, John Coltrane, fundamentalmente por la espiritualidad que adorna todo el proyecto y por la intensidad con la que toca Kamasi el saxo (de hecho, lo pueden ver elogiando al maestro en el documental Chasin Trane que está emitiendo Netflix). La segunda cosa a decir es que todos los temas son de largo aliento (la mayoría dura más de 10 minutos), con extensas y potentes improvisaciones. La tercera, es que hay tradición y novedad muy bien mezcladas, con mucha sutileza, a lo largo de casi todo "The Epic".
El primer disco se llama "The Plan" y abre con "Change of the guard", que funciona realmente como obertura de todo el proyecto y ya mete la pared de sonido de la que hablaba antes. Interesante que el primer y largo solo no es del saxo, sino del piano, toda una declaración de Kamasi. "Askim" sigue con una tónica similar, pero "Isabelle" baja varios cambios, deja de lado la orquesta, y nos trae una balada exquisita. "Final thought" introduce ritmos latinos, "Next Step" reminiscencias de los 50 y paisaje urbano y "The rhythm changes" el soul elegante más la voz de Patrice Quinn cantando unos versos optimistas.
El disco 2, "The Glorious Tale", arranca con "Miss Understanding", que amaga volver con el aire casi operístico del comienzo del disco 1, pero rápidamente torna en algo más urgente, con los caños tocando solos explosivos. "Leroy and Lanisha" tiene un swing lánguido y con "Re Run" retorna la intensidad, el saxo de Kamasi termina incendiado. "Seven Prayers" es etérea, la sigue "Henrietta our hero", otra balada cantada por Patrice Quinn, y el cierre viene con la meditativa y dramática "The Magnificent 7" .
El tercer disco, "The Historic Repetition", tiene las únicas 3 pistas que no pertenecen a Kamasi, y no pueden ser más distintas. "Cherokee", uno de los standards más transitados del jazz, en una versión bastante funky, "Malcoms' theme" (de Terence Blanchard), dedicada obviamente a Malcom X, cantada con mucha polenta por Quinn y Dwight Trible, y el tiro de media cancha, una versión brillante y danzable del conocidísimo "Clair de Lune" de Debussy. Completan la movediza "Re run home", tremendo groove sobre el que cantan los caños, y la última pista, "The Message", con sus bases latinas y el sonido punzante de los solos de guitarra y el saxo.
Que el proyecto en su conjunto suena un poquito pretencioso, puede ser, pero hay que tenerse fe y Kamasi sale airoso. Que no toda la música es igualmente buena a lo largo de casi 3 horas de duración del disco, y sí, pero nunca sentís que hay relleno. Hay que seguir a este muchacho porque podemos esperar más cosas buenas de su arte. Por ahora les recomiendo escuchar atentamente "The Epic". Si quieren bajarlo pinchen acá. En Spotify lo encuentran acá

Kamasi Washington, The Epic

1. Change of the Guard
2. Askim
3. Isabelle
4. Final Thought
5. The Next Step
6. The Rhythm Changes
7. Miss Understanding
8. Leroy and Lanisha
9. Re Run
10. Seven Prayers
11. Henrietta Our Hero
12. The Magnificent 7
13. Re Run Home
14. Cherokee
15. Clair de Lune
16. Malcolm's Theme
17. The Message

domingo, 17 de septiembre de 2017

Noche, romance y bocinazos: evocando el pasado

Hay discos que no tienen la fama que merecen. “Rush Hour”, una grabación de 1994 del notable saxofonista Joe Lovano, es uno de ellos. Tal vez la dificultad para entrarle al vinilo es que cubre mucho espacio. Hay desde standards ultra-románticos, hasta acercamientos al free jazz, pasando por un hard bop anguloso que le hace honor al nombre de la placa al evocar el frenesí urbano, aunque en modo retro (cuando escucho este disco pienso, por ejemplo, en una para mí imaginaria Nueva York de los 50, no en la de hoy). La elección de los covers es una declaración de principios: Ellington, Mingus, Coleman, Monk: clasicismo y experimentación. Y la paleta de instrumentos es bien diversa; hay temas con orquesta de cuerdas, otros con una big band, duetos de saxo y voz o saxo y batería, e incluso Lovano solito con su saxo repasando la hermosa “Chelsea Bridge” de Billy Strayhorn, un cierre reflexivo para un gran disco que les recomiendo fervorosamente que escuchen.
La placa arranca con un clásico de Ellington, “Prelude to a Kiss”. Tras un inicio climático con las cuerdas y el canto etéreo de Judi Silvano (la esposa de Lovano), el saxo frasea con delicadeza la conocida melodía, mientras una flauta toca una segunda voz que le da un hermoso color al tema. Las otras pistas que integran la sección "standards románticos" son “Angel Eyes” (con su atmósfera de policial negro y mujeres fatales) y “The Love I Long For”, la más soñadora del disco, junto con “Kathline Gray”, un precioso tema que resulta difícil emparentar con su autor, Ornette Coleman. Pero mientras que “The Love …” nos trae la pared de sonido de las cuerdas, “Kathline Gray” es apenas saxo, baterías y guitarra. Para mí el punto más alto del disco, una joya (recuerden, menos es más).
En el otro extremo, “Topsy Turvy” (compuesto por Lovano) es uno de los temas más arriesgados del vinilo. Comienza en plan hard bop, pero enseguida Lovano y su esposa se trenzan en un duelo saxo-voz que lleva la canción hacia la zona del free, para finalmente volver al bop inicial. El dúo saxo-voz ocupa todo “Juniper´s Garden”, el tema más misterioso y alucinatorio de esta grabación. Aún más experimental es “Heading Out Movin In”, tema de Gunther Schuller (quien se ocupó delos arreglos del disco). Los primeros minutos nos sitúan en el campo de la música culta contemporánea, luego la cosa se desliza hacia el free jazz, y el final desemboca en una polifonía anarquíca.
En el medio entre el romanticismo y la experimentación, el aire del blues se hace presente con “Crespuscule with Nellie”, gran tema de Thelonius Monk. “Rush Hour on 23rd Street” (de Schuller) nos muestra el poder de la música para evocar imágenes, en este caso del vértigo propio de las grandes urbes. Lo mejor que puedo decir de “Wildcat” es que hasta que no prestás atención no te das cuenta de que apenas hay un saxo y una batería sonando, tal la polenta que le ponen Lovano y el baterista George Schuller a la cosa. “Peggy’s Blue Skylight”, del maestro Mingus, hace honor al original y está apropiadamente envasado en un arreglo que subraya la característica inclinación de Mingus por la polifonía. Finalmente, “Lament for M” (otro tema de Schuller) es la pieza más grave de la placa, drama y espíritu mortuorio.
Por supuesto, no hace falta que subraye que Lovano la descose a lo largo de todo el disco y muestra su talento para encarar cada tema con la intención apropiada, desde el sonido gordo de los standards al puntudo del hard bop. En fin, que este disco me gusta mucho, y me gusta más a cada escucha, pese a que hace 20 años que suena en mi cabeza. Si lo quieren probar en Spotify, está acá. Si lo quieren bajar, pinchen acá. Ojalá les guste tanto como a mí.

Joe Lovano, Rush Hour

1. "Prelude to a Kiss"
2. "Peggy's Blue Skylight"
3. "Wildcat"
4. "Angel Eyes"
5. "Rush Hour On 23rd Street"
6. "Crespuscle With Nellie"
7. "Lament For M"
8. "Topsy Turvy"
9. "The Love I Long For"
10. "Juniper's Garden"
11. "Kathline Gray"
12. "Headin' Out Movin' In"
13. "Chelsea Bridge"